Hay inviernos que nos piden tonos tierras, contornos marcados y pieles pulidas. Y luego está este invierno, que nos anima a sacar nuestro lado más dulce. El mejor ejemplo es la tendencia del colorete baby doll, que está arrasando en redes, en pasarelas y en los looks de celebrities como las Kardasian que inspiran medio mundo. ¿Que de qué se trata? De aplicar un rubor exagerado, ingenuo, adorable y femenino que tiene un objetivo claro: que tus mejillas sean las auténticas protagonista del maquillaje.
Puede que lo primero que te venga a la cabeza sea la imagen de una muñeca clásica, con ese rubor intenso y redondeado que parece pintado a mano. Curiosamente, ese gesto tan ‘naïf’ es justo el que ha inspirado a los maquilladores esta temporada.
Por qué vuelve el rubor intenso (y por qué nos favorece tanto)
Venimos de años donde reinaban los contornos afilados y las pieles ultramate; ahora, en cambio, buscamos frescura, luz y una estética más divertida. Y en este sentido, el colorete muy rosado aporta un efecto de piel viva, sana y luminosa, casi como si vinieras de dar un paseo en un día frío.
Además, el colorete baby doll estiliza el rostro de una forma sorprendentemente favorecedora, elevando los pómulos, suavizando los rasgos y aportando un aire juvenil que rejuvenece sin esfuerzo. Es ese tipo de look que cambia la energía de la cara antes incluso de terminar el maquillaje.
Cómo se consigue el efecto baby doll
Aunque pueda parecer un gesto sencillo, esta tendencia tiene su técnica. Lo más importante es la colocación del color, que debe dibujar un movimiento ascendente alrededor del ojo. Así que no se trata de aplicar el colorete únicamente en la mejilla, sino de llevarlo hacia la sien creando una especie de media luna. Esto conecta el rubor con la mirada y aporta esa sensación de “rostro iluminado sin iluminador”.
Normalmente se empieza con un colorete líquido o en crema, porque permiten ajustar la intensidad y fundir bien el tono en la piel. Después, para fijar el look y potenciar el color, se sella con un toque de polvo rosado desde la manzana de la mejilla hacia arriba. Este gesto crea ese acabado jugoso pero duradero que estamos viendo en todas partes.
Algunos maquilladores añaden un polvo suelto en el mismo tono alrededor de los bordes para que no se note una línea de corte. El resultado es un rubor que se integra de manera natural (aunque sea un look maximalista) y que aporta luz, altura y un toque de fantasía al rostro.
Qué tonos funcionan mejor en este look
Aquí no hay medias tintas: el baby doll pide rosas, lo más fríos y luminosos posible. Hablamos de fucsias, rosas chicle, tonos frambuesa y todos esos colores que normalmente reservamos para momentos especiales. Lo interesante es que, al aplicarlos con esta técnica ascendente, se vuelven curiosamente elegantes y nada infantiles.
El secreto está en no tener miedo al color. Es una tendencia que celebra el exceso, la alegría y la expresividad. Y precisamente por eso funciona tan bien durante el invierno, cuando la piel suele apagarse y estos matices rosados la devuelven a la vida al instante.
Baby doll, más que una tendencia, también es un estado de ánimo
Más allá del maquillaje, el baby doll blush representa una forma de reivindicar lo lúdico dentro de la belleza. Es un recordatorio de que maquillarse no siempre tiene que ser serio, calculado o perfecto; a veces se trata simplemente de subir el volumen del color y disfrutar del proceso.
Así que si este invierno quieres darle un giro a tus looks, prueba a intensificar el rubor. Tres toques de colorete muy rosa, una brocha suave y un difuminado ascendente… y voilà. Tendrás un efecto luminoso, juvenil y actual que podría haber salido directamente de la pasarela.





